Había una vez un león que creía que era un cordero. Por más pruebas que su físico le daba de no serlo, no admitía razones ni podía creer que fuera un león. Y esto fue así debido a un grave error cometido por la cigüeña encargada de entregarlo cuando el león nació. Esa noche, la cigüeña estaba haciendo las entregas de bebés corderos para sus mamás ovejas. Cuando terminó el reparto, todas las mamás ovejas corrieron hacia los corderitos buscando el suyo, y una vez que se fueron, la cigüeña se dió cuenta que se habían olvidado a uno. Preocupada, decidió abrir la mantita que cubría al corderito abandonado, y con mucho asombro exclamó:
-Es un león, cómo pude equivocarme tanto!!!
Entonces revisó el cuaderno en el que anotaba cada uno de los deseos y encargos de nacimiento y se dió cuenta del error:
La señora Leona me encargó un hijo, se lo llevaré hoy después del reparto de los corderitos, decía la nota.
-Menuda distracción he cometido!!!, se dijo.
Pero cuando quiso tomar al leoncito para llevarlo con la señora Leona, observó como una mamá oveja le estaba dando calor apoyando su cuerpo sobre el leoncito. La cigüeña procuró explicarle a la oveja el error que había habido en el reparto, pero la oveja no la quiso escuchar.
-Quédese con él si es lo que desea!!! exclamó la cigüeña enojada y se fue.
Y de esta manera comenzó la historia de aquel león que se creía cordero en un rebaño. A pesar de todo, el leoncito lo pasaba muy bien jugando con sus primos, pero también es verdad que en aquellas tardes de juego divertidos muchas veces había lágrimas, debidas a que el pobre leoncito era el único del rebaño que no sabía embestir como sí lo sabían hacer los corderitos, lo que despertaba la risa de todos sus familiares y amigos. Qué triste se ponía el leoncito por no saber embestir como los demás!!!
Pasado el tiempo, todos los corderitos crecieron y el leoncito también. Él era el más grande carnero del mundo. Su mamá oveja estaba muy orgullosa.
Pero el rebaño, a medida que pasaba el tiempo se daba cuenta de la extraña diferencia que había entre ellos y el león. Al hecho de no saber embestir, sedieron cuenta que tampoco sabía balar.
El león se había convertido en la víctima de todas las carcajadas de los corderos.
Hasta que una noche, un lobo hambriento y feroz apareció ante el rebaño. Asustado por los ruidos que se escuchaban, el león buscó protección en los brazos de su mamá.
Pero los ruidos no cesaban y, en ese momento, el lobo se puso cara a cara frente a él, amenazando a su madre con comérsela.
Socorro, socorro!!! El lobo me va a comer!!! gritaba su madre aterrada.
Fue entonces cuando surgió la esencia y el alma de aquel león y le hizo frente al lobo con todas sus fuerzas. Corrieron y corrieron hasta que ambos, tanto el lobo como el león, terminaron al borde de un gran abismo que el lobo no pudo esquivar tan asustado como estaba de los grandes rugidos que le daba el león y por el abismo cayó.
Después de esto, todos los corderos que habían sido testigos de la valentía del león, no volvieron nunca más a burlarse de él y lo empezaron a tratar como el héroe del rebaño.
Sin duda era el cordero más valiente del mundo. Si, un león que se creía cordero, y fue feliz creyéndolo toda su vida.
Y COLORÍN COLORADO
este cuento ha terminado
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