Había una vez, en un lejano país, un hechicero, que era uno de los más malvados que se haya conocido. Un día se acercó a un joven que se llamaba Aladino y le prometió mucha fortuna.
El hechicero llevó a Aladino a lo más profundo del desierto, hasta donde había una inmensa cueva y le dijo:
-Dentro de la cueva hay un tesoro para tí pero no debes tocar nada hasta que encuentres una lámpara dorada que está al final de la cueva y me la entregues.
Aladino aceptó la oferta que le hizo el hechicero y entró a la cueva y no podía creer lo que estaban viendo sus ojos. Ni en sus mejores sueños podía haber imaginado tesoros como los que había en ese lugar. Eran montañas de oro, miles de diamantes y de perlas preciosas.
El muchacho llegó hasta el final de la cueva sin tocar nada, tal como le había dicho el hechicero y allí, finalmente, encontró la valiosa lámpara.
Ya emprendía el regreso con la lámpara en sus manos cuando su mono llamado Abu, que era su inseparable compañero, no pudo resistirse a la tentación de tomar una joya de la cueva y llevársela.
Fue en ese momento que la cueva se empezó a cerrar. Aladino tuvo el tiempo justo para subirse en una alfombra mágica que encontró por el camino y salir volando hasta llegar a la entrada de la cueva.
-Por favor, necesito ayuda, dijo Aladino suplicando.
-Si quieres que te ayude, primero entrégame la lámpara, le respondió el hechicero.
En ese momento se escuchó un terrible trueno y la cueva se cerró, dejando a Aladino atrapado en su interior.
Allí se puso a pensar cuál sería el motivo por el cual el hechicero tenía tanto interés en esa vieja y sucia lámpara. Decidió limpiarla frotándola con la manga de su camisa y, en ese instante, del interior de la lámpara apareció un gigante azul.
-Quién eres tú? preguntó Aladino.
-Soy el genio de la lámpara. Si me pides 3 deseos te los concederé, le respondió.
Aladino le pidió salir de la cueva. Al instante, el genio hizo realidad su deseo, saliendo todos fuera de la cueva donde habían estado presos por la arena del desierto.
Entonces Aladino se acordó de la bella hija del rey, de quién hacía tiempo estaba enamorado y pidió un segundo deseo y le dijo al genio:
-Quiero ser un príncipe y así conquistar a la princesa!!!
El genio vistió a Aladino con unas ropas dignas de un príncipe, llenándolo de riquezas y sirvientes. Le preparó además una gran carroza y muchos regalos, llevándolo al palacio por las calles de la ciudad. Al entrar al palacio, Aladino vio al sultán y a su hermosa hija.
-Majestad, vengo a pedirle la mano de su hija, dijo Aladino.
-Encantado de tener por yerno a un príncipe tan poderoso,contestó el sultán.
La princesa estaba molesta al saber que su padre la quería casar con un príncipe completamente desconocido, y se retiró a su habitación.
A la noche, Aladino invitó a la princesa a dar un largo paseo en la alfombra mágica y así, mientras conversaban, la princesa se dió cuenta que Aladino tenía un gran corazón y se enamoró de él.
Al tener el amor de la princesa, Aladino comprendió que ya tenía todo lo que deseaba y ya no necesitaba la lámpara y se la regaló a la princesa sin decirle nada sobre el poder que esa lámpara tenía.
Mientras tanto, el malvado hechicero, quiso nuevamente recuperar la lámpara mágica, y se disfrazó de mercader.
-Cambio lámparas por preciosos regalos para príncipes, gritaba sin cesar para que la princesa prestara atención a su ofrecimiento.
Y la princesa, que desconocía el poder de la lámpara, se la fue a cambiar por un regalo para Aladino.
Al recuperarla el hechicero la frotó y volvió a aparecer el genio azul y el deseo que le pidió fue que lo convirtiera en otro genio.
El malvado hechicero, ya convertido en genio, quiso apoderarse de la princesa y de todo cuánto la rodeaba, pero Aladino que se dió cuenta de lo que estaba pasando, logró recuperar la lámpara e impidió que el genio malvado lograra concretar su plan.
Gracias a su astucia, a Aladino se le ocurrió librarse del genio malo encerrándolo para siempre en la lámpara y ese fue el deseo que pidió y así todo volvió a la normalidad.
Luego de un tiempo la bella princesa y Aladino se casaron y vivieron enamorados y felices y nunca más la lámpara mágica fue usada.
Y COLORÍN COLORADO
este cuento ha terminado
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