Había una vez dos hermanitos, una niña y un niño, que eran huérfanos porque sus padres habían muerto tiempo atrás.
Pero estos niños no vivían solos sino en compañía de una extraña niñera que tenía poderes mágicos y al cuidado de la cual estaban.
Una noche, los hermanitos tomaron la decisión de escaparse de la casa en la que vivían en buscando una vida mejor, cansados del maltrato que la niñera les propinaba.
-Vámonos hermanito y no temas, que todo nos va a salir bien!!! le dijo la niña cariñosamente a su pequeño hermano. Y así lo hicieron esa noche, escaparon mientras la niñera dormía.
Cuando la niñera se dió cuenta que no estaban, con ayuda de sus poderes, realizó un encantamiento sobre todas las fuentes y riachuelos del bosque, ya que razonaba que los niños en su fuga se verían obligados a beber en algún momento.
-Cuando hayan bebido agua se convertirán en animales y se arrepentirán de haberme abandonado, dijo la niñera bruja furiosa.
Absorta en ese pensamiento, la niñera no se dió cuenta que la estaba observando un conejito que paseaba por las cercanías de aquella casa, y había sido testigo del malvado plan de la niñera, y rápidamente se dirigió hacia el bosque en busca de los pequeños para poder prevenirles.
-No deben beber agua de las fuentes ni riachuelos del bosque!!! gritó el conejo inmediatamente cuando los vió.
Pero era demasiado tarde ya que el niño, no pudiendo aguantar la sed que le había producido tanta caminata por el camino, ya había bebido de una fuente de agua cristalina, convirtiéndose en un precioso y cariñoso cervatillo, ante la sorpresa de su inseparable hermana.
-Qué terrible lo que ha pasado!!! Ahora no podremos ser inseparables como lo hemos sido siempre, dijo la niña muy triste.
-No temas, hermana mía, que pase lo que pase jamás me separaré de ti, respondió el niño convertido en cervatillo.
Y así, estuvieron los pequeños viviendo en una cabaña abandonada del bosque durante un tiempo, hasta que un día, el cervatillo escuchó pasos y voces extrañas en las cercanías de la cabaña. Era una pareja que parecía saber de la presencia de su hermana en la cabaña, a la cual se dirigían. Al verla se pusieron felices y le prepararon un chocolate caliente y la niña les contó todo lo que había ocurrido.
Después de un tiempo, si bien la niña estaba feliz al lado de aquellos nuevos padres que la llenaban de gestos de bondad y de cariño, esa felicidad no era plena ya que sufría por la ausencia de su hermano, todavía convertido en cervatillo. Mientras tanto su hermano, por el juramento de no abandonarla jamás, merodeaba cada día por las cercanías de la casa de campo de sus nuevos padres, y jugaba con los animales que vivían por allí.
Pero la malvada niñera, que tampoco le había perdido el rastro a la muchacha, decidió convertirse en pájaro para atrapar a la niña y acabar con su bienestar y su nueva felicidad.
-Te encerraré en una cueva y tus nuevos padres no te encontrarán jamás!!!
El cervatillo, que fue testigo de aquella terrible crueldad, persiguió al pájaro hasta la cueva, de la cual sacaría a su hermana un día después en compañía de sus amistades del bosque. La niñera, preparada para atacar de nuevo contra los hermanos, fue a parar por error al salto de un río, y nada más se supo de ella, salvo que fue arrastrada muy lejos por la fuerte corriente del caudal.
Al desaparecer la hechicera, el cervatillo se convirtió otra vez en niño y pudo volver al lado de su hermana y de sus nuevos padres, que se emocionaron mucho con la llegada de un nuevo miembro a su hogar.-Ahora sí que soy completamente feliz!!! dijo la niña abrazándose efusivamente a su hermanito.
Y sus padres también lo fueron, ya que se dice que aquellos niños, eran los más buenos del mundo.
Y COLORÍN COLORADO
este cuento ha terminado
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