Había una vez un mercader que tenía varias hijas pero su hija más pequeña era la preferida por su corazón noble y su gran belleza.
A diferencia de sus hermanas, Bella, que así se llamaba, nunca le pedía a su padre que le trajera regalos de los lugares que él visitaba, sólo le importaba verlo llegar de regreso sano y salvo. Sin embargo, en el siguiente viaje que su padre iba a realizar, hizo una excepción y le pidió que le trajera de regalo una rosa.
El tiempo transcurría con normalidad y una vez más, las hijas del mercader esperaban ansiosas el regreso de su padre para recibir los regalos que él acostumbraba a traerles.
Pero en esta ocasión el mercader quedó atrapado en una terrible tormenta y tuvo que desviar su camino buscando refugiarse de la lluvia y el fuerte viento.
De pronto se encontró frente a un raro castillo, llamó a la puerta pero nadie respondió. Como la puerta estaba abierta, el mercader entró y encontró que en el interior todo estaba perfectamente ordenado y limpio y la mesa llena de exquisitos manjares.
Tenía tanta hambre que no pudo resistirse a la tentación y a pesar de que nadie respondía a sus reiterados llamados, comió y bebió hasta saciarse y luego buscó una habitación donde descansar hasta la mañana siguiente.
Al despertar buscó por los hermosos jardines que tenía ese palacio pero tampoco encontró a nadie a quien pudiera agradecer la hospitalidad.
Ya dispuesto a emprender el regreso, habiendo cesado la tormenta, se acordó del pedido de Bella y entonces cortó la rosa más bonita y más resplandeciente del jardín.
En ese mismísimo momento, una horrible Bestia se abalanzó sobre el mercader acusándolo de robarle las flores de su jardín. El mercader le dió todas las explicaciones posibles para que la Bestia lo perdonara. Incluso le contó de la promesa que le había hecho a su hija Bella de llevarle una rosa.
Frente a ese relato, la Bestia le propuso perdonarlo si a cambio Bella viviera en su castillo y lo acompañara.
Pese a que esa propuesta disgustó al mercader, al llegar a su casa contó todo lo sucedido y Bella lo tranquilizó diciéndole que ella iba a aceptar el pedido de la Bestia e iba a ir a vivir en el castillo.
Cuando llegó, fue recibida por la extraña Bestia que la trató muy diferente a cómo había tratado a su padre, ya que fue amable, cortéz y muy tierno.
Pasaron los días y entre ellos se fue forjando un trato entretenido, muchas veces divertido y cariñoso que los hacía disfrutar mucho cuando estaban juntos.
Bella estaba pasando buenos días junto a la Bestia pero extrañaba mucho a su padre y eso la ponía triste, tristeza que la Bestia notaba en ella.
Para que esa tristeza se le pasara, la Bestia le regaló a Bella un espejo mágico donde podía ver a su padre, creyendo que así, Bella dejaría de estar triste. Sin embargo, vió a su padre cansado y enfermo y por ello, a pesar de la promesa que le hizo a la Bestia de estar en el castillo, decidió pedirle volver a su casa para acompañar a su padre.
La Bestia aceptó y permitió a Bella pasar unos días con su padre. Los días pasaqban pero Bella no volvía. Con el transcurso de los meses Bella se dió cuenta que extrañaba a la Bestia y decidió volver al castillo.
Al llegar, lo encontró sumido en la más profunda tristeza y desolación, casi a punto de morir, convencido que Bella nunca regresaría con él.
Entonces Bella le dijo:
-No te mueras, te amo!!!
En ese instante ocurrió algo mágico. Bestia fue cubierta por una lluvia de polvo mágico y poco a poco fue transformándose su figura hasta convertirse en un esbelto príncipe.
Había sido víctima en el pasado de un hechizo al que sólo podía romper el amor verdadero, el que sentía Bella por él.
Y COLORÍN COLORADO
este cuento ha terminado.
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