El Patito Feo (Versión en Verso Rimado)


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Versión Clásica en Prosa



Este dibujo lo envió EZEQUIEL, 7 años, de Rosario, Argentina.
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Había una vez un hermoso lugar en el campo, donde una mamá pata estaba esperando ansiosa y alegremente que nacieran sus patitos, los que siempre eran muy lindos.


Este dibujo lo envió RITA, 7 años, de Córdoba, Argentina.
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Esta vez encontró un último huevo grande y muy extraño, que parecía que no se quería abrir.

Muy extrañada, la mamá pata y sus pequeños patitos recién nacidos, miraron detenidamente al huevo esperando que se produjera algún movimiento y después de un buen rato al fin ocurrió.

Y de aquel gran cascarón por fin salió un patito de muy raro plumaje, completamente distinto a los demás patitos.


Sin entender nada, mamá pata miraba al pequeño mientras él se acercaba a ella y a sus hermanos con movimientos extraordinariamente torpes

-Qué pasó aquí, sólo puede tratarse de un error, decía la Mamá Pata. No se parece en nada al resto de mis hijos!!!

Una vez que ese patito extraño se puso frente a la mamá pata, ésta le retiró la mirada, y le negó el calor que el pequeño patito necesitaba.

Por ser tan distinto, nadie demostraba quererlo, por lo que aquel pobre patito, al que le habían puesto de nombre FEO, decidió al día siguiente abandonar su hogar y emprender un nuevo camino.


Buscando una familia que se le pareciera, el pobre patito se encontró con una mujer que lo llevó a su casa.

Allí conoció a otros animales y fue alimentado muy bien. Tanto, tanto fue alimentado, que pronto se dió cuenta del peligro que corría en la casa de aquella anciana, porque no lo estaba queriendo ayudar, sino que lo que ella quería era engordarlo y comérselo en Navidad.

Una vez más, y aunque ya había llegado el invierno, el patito FEO escapó del lugar.



El tremendo frío que hacía retrasaba su paso y debilitaban a la pobrecita ave, hasta que un hombre que pasaba por ahí lo encontró desmayado sobre la nieve y decidió llevárselo a su casa.

Era una familia muy feliz y cariñosa y el Patito FEO recibió mucho cariño y buena atención de parte de ellos.

Pero cuando recuperó su salud, el hombre que lo había rescatado y cuidado, consideró que debían liberarlo de nuevo y llevarlo a su verdadero hogar que era el campo.

Y así, una vez que llegó la primavera, ubicaron al patito en un hermoso y apacible estanque.

Los días pasaban armoniosos y cálidos en ese lugar y ya nadie molestaba al patito FEO.

Disfrutaba muy tranquilo de aquellas aguas, que parecía que se había olvidado de todo lo malo que le había ocurrido en su pasado.

Hasta que una tarde, cuando miró el fondo cristalino del estanque, por primera vez pudo ver su imagen que hasta ese momento no conocía.



Había crecido mucho. Su plumaje brillaba igual que el de aquellos cisnes que lo acompañaban cada día en el estanque y por eso les preguntó:

¿Por qué nadan en este estanque junto a mí que soy un vulgar pato tan feo?

Los cisnes quedaron boquiabiertos al escucharlo y el más viejo de todos le respondió:

¿Acaso no te ves, querido hermano mío? No sólo que no eres un pato sino que eres un cisne, además, eres uno de los más hermosos cisnes que he visto en toda mi vida.



Y de esta manera, sientiéndose en su verdadero hogar, ya no más el patito FEO sino el Cisne, comprendió que nunca había sido un pato raro y feo y se sintió el Cisne más feliz del mundo.


Y COLORÍN COLORADO

este cuento ha terminado

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