El Soldadito de Plomo (versión clásica en prosa)



Había una vez un niño que tenía muchos juguetes. Un día, su abuelo le regaló uno muy especial que se convirtió en su favorito.

Era una caja de madera, que en su interior tenía todo un montón de soldaditos de plomo hechos a mano.

-Qué lindos soldaditos de plomo, gracias, abuelo!!! dijo feliz el niño.

Los fue sacando uno por uno con mucho cuidado y los puso en formación militar sobre una mesita. Se veían muy bien. Parecían un ejército de verdad con sus  uniformes en tonos rojos y azules.

Sin embargo, cuando el niño fue a sacar de la caja al último soldadito,
vió que a éste le faltaba una pierna y esto era porque cuando los artesanos lo estaban fabricando, se les había terminado el material y no les alcanzó para completarlo.


Lejos de importarle al pequeño que aquel soldado estuviese incompleto, le dió un lugar especial en su habitación. Lo ubicó frente a uno de sus mejores juguetes que era un hermoso castillo de papel, custodiado por una bella princesa vestida con un delicado vestido de color rosa que tenía los brazos en alto, porque era bailarina.

La bailarina tenía una de sus piernas en posición de ballet, tan levantada, que el soldadito de plomo, desde su posición, no alcanzaba a verla, ypor eso creía que a ella también le faltaba una pierna igual que a él.



Desde entonces el soldadito quedó embelesado con la bailarina, y no se enteraba que a la noche, cuando el niño se iba a dormir, todos los juguetes cobraban vida, reían y jugaban entre ellos.

-Qué linda que es!! pensaba el soldadito, que se había enamorado mientras la miraba sin cesar.

Entre los juguetes había uno que era un duende y se la pasaba observando al soldadito.  Éste duende casi siempre estaba dentro de una caja sorpresa y se divertía asustando a quienes abrían la caja.

-Me puedes decir qué estás mirando? le preguntó al soldadito.
Al no recibir respuesta alguna, el duende se enojó y amenazó al soldadito de plomo.

Una tarde, el niño cambió de lugar al soldadito y lo ubicó con los demás, apoyándolo junto a la ventana. Y en un abrir y cerrar de ojos, el soldadito desapareció de la vista del niño.

El pequeño buscó y buscó por todos los rincones de su habitación pero no lo encontraba. Pensando que se había caído por la ventana quiso salir a buscarlo pero su mamá se lo impidió ya que en ese momento llovía mucho.

-Cuándo pare de llover lo buscarás, le dijo su mamá.

Pero en la calle había unos niños que, aunque llovía, estaban jugando y vieron al soldadito y se pusieron a jugar con é.

-Hagamos un barquito de papel para que navegue el soldadito!!! exclamó uno de los niños.


Y con un periódico viejo, hicieron un barquito y pusieron al soldadito a navegar por los charcos de agua, y esos pequeños riachuelos llevaron al soldadito hasta una alcantarilla y el agua corría con tanta fuerza que finalmente, el soldadito fue a parar al mar.

Pero ya el barquito no podía sostener al soldadito de tan mojado como estaba y se terminó hundiendo.



En el mar, un pez muy grande se lo tragó.

-Qué oscuridad, dónde estaré!!! se preguntaba el soldadito que, cansado, se quedó dormido en la boca del pez.

ENo pasó mucho tiempo que el pez había sido pescado y era llevado al mercado de la ciudad. Casualmente, la mamá del pequeño niño dueño del soldadito había ido a la pescadería a comprar un pescado para el almuerzo.
Y de esta manera, el soldadito volvió al hogar del niño.

Muy contento el pequeño por tener de nuevo al soldadito de plomo, lo ubicó sobre la mesita frente a la ventana, con tanta mala suerte que, cuando se ausentó ante el llamado de su mamá, una ráfaga de viento abrió de golpe la ventana y transportó al soldadito en dirección a la chimenea del cuarto que se encontraba encendida.

El pobre soldadito se iba derritiendo lentamente bajo las llamas, e imaginaba sin cesar a la bailarina, y esos pensamientos cariñosos y alegres hacían que su dolor disminuyera.

De pronto, una nueva ráfaga de viento empujó a la bailarina hacia el fuego junto al soldadito.

A la mañana siguiente, cuando el fuego se apagó, el pequeño encontró bajo las cenizas un pedazo de corazón de plomo fundido.

Y COLORÍN COLORADO
este cuento ha terminado

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