Había una vez un hombre que era muy, muy rico, pero al mismo tiempo era desagradable y muy, muy malvado. Tenía la particularidad de tener el pelo de su rostro de color azul, y por eso todo el mundo lo llamaba “Barba Azul”.
Barba Azul tenía una vecina que tenía dos preciosas hijas, y cómo él no tenía esposa, le pidió a su vecina la mano de una de ellas. Le daba igual cuál fuera, porque lo que él quería era casarse con alguna mujer y llevarla a vivir a su mansión.
Al escuchar esta propuesta, las jóvenes se negaron rotundamente, ya que veían a este hombre muy raro por tener la barba azul.
Además, él se había casado varias veces, lo que llevaba a pensar que se habría portado muy mal en anteriores ocasiones. Su rostro daba la impresión de que era una persona malhumorada y poco tratable.
Sabiendo la mala predisposición que tenían las dos muchachas con él, Barba Azul decidió intentar una forma de convencerlas y de hacerles creer que él era un gran partido para casarse. Fue así como invitó a la mujer con sus dos hijas, a las amigas de ellas, y a algunos jóvenes del lugar, a pasar un fin de semana en su casa de campo más lujosa.
La residencia campestre de Barba Azul era un auténtico sueño, y mientras estuvieron allí Barba Azul fue un anfitrión ejemplar, prodigando todo tipo de detalles y regalos a sus invitados. Así, todo salió como el hombre esperaba, y la menor de las hijas empezó a ver a Barba Azul con buenos ojos. Poco tiempo después el casamiento quedó acordado y, apenas volvieron de la casa de campo, Barba Azul se casó con la menor de las hijas de la mujer. Un mes después del casamiento, y ya lejos de las atenciones y los detalles, el hombre ricachón le dijo a su esposa:
-Tengo que hacer un viaje de seis meses por negocios, y no te pediré que hagas el viaje conmigo. En cambio, dejaré que te quedes en mi mansión, donde tendrás todas las comodidades y acceso a todos los rincones.
Sacó un manojo de llaves y, comenzando a señalarlas una por una, le fue diciendo:
-Esta es la llave de nuestra habitación, esta es la llave de la habitación de invitados, esta es la llave del guardamuebles y así, hasta llegar a la última llave. Y esta, esta es la llave de mi gabinete. Por nada del mundo debes entrar ahí, porque si lo haces lo sabré y ya no podré tenerte confianza, me lo prometes?
-Lo prometo dijo ella.
Entonces la joven recibió el manojo de llaves y pasados unos días la menor de las hermanas invitó a su hermana mayor y a sus amigas a pasar el día con ella en la mansión. Ellas paseaban de un lado al otro, admirando los lujos con los que vivía la recién casada, así como lo bello de sus habitaciones, sus vestidos de tela cara, su comida deliciosa, pero la joven no hacía más que pensar en el gabinete que su marido le había prohibido abrir.
Pensaba y pensaba en eso sin parar, hasta que, incapaz de sacárselo de la cabeza, fue hasta el lugar en el que se encontraba el gabinete, en las habitaciones privadas de su marido. Una vez allí intentó arrepentirse, pero la curiosidad fue mucho más grande, por lo que decidió usar la llave que su marido le había entregado y abrió la puerta del gabinete. En su interior, en lugar de encontrar algo aterrador como se había imaginado, se encontró con una habitación llena de cartas y mapas antiguos.
Más llena de curiosidad que antes, la joven tomó una de las cartas y la leyó. Era de una de las antiguas esposas de Barba Azul, que había dejado un mensaje esperanzador para la futura esposa:
“Querida amiga, si estás leyendo esto, entonces te encuentras en la misma situación que yo estuve. Barba Azul es un hombre malvado con oscuros secretos, pero no todo está perdido. Usa el mapa y encontrarás un pasaje secreto que te llevará hasta un lugar seguro en el que podrás resguardarte y recuperar la libertad que te mereces.
La nueva esposa de Barba Azul revisó el resto de las cartas y descubrió que cada una de las anteriores esposas había dejado pistas y mapas para escapar de la mansión. Así, con valentía, siguió las instrucciones y encontró el pasaje secreto que la llevó fuera de los dominios de Barba Azul, escondiéndose allí mismo, fuera de la casa durante un tiempo.
Barba Azul, por su parte, al regresar a su mansión y encontrar la puerta del gabinete abierta, comprendió que su nueva esposa había descubierto el secreto y había escapado también, y furioso corrió a buscarla.
Afortunadamente Barba Azul no encontró a su esposa, pero sí a sus hermanos, que rápidamente acudieron con sus caballos hasta la mansión de Barba Azul para salvarla, alertados por las amigas y la otra hermana de la joven, a la que no encontraban. Los hermanos, que eran soldados del Rey, se le echaron encima y consiguieron apresarlo, salvando así a su hermana y acabando de una vez por todas con el terrible Barba Azul.
Y COLORÍN COLORADO
este cuento ha terminado
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