El Ganso de Oro (versión clásica en prosa)


Había una vez, un joven llamado Dummling que vivía en un pueblo muy pequeño. Tenía dos hermanos y él era el menor de los tres. Aunque Dummling era amable y generoso, sus hermanos y su madre con frecuencia se burlaban de él. Un día, su padre pidió al mayor de los hermanos que fuera al bosque a cortar leña y, antes de salir, su madre le dio un delicioso pastel de chocolate para que no pasara hambre.

Una vez en el bosque, el hermano mayor se encontró con un anciano que le pidió un pedazo de pastel. El hermano mayor, como era egoísta y avaro, se negó a darle un pedazo de pastel y siguió su camino. Poco después, cuando intentó cortar un árbol, su hacha se rompió y tuvo que regresar a su casa con las manos vacías.

Entonces, el padre envió al segundo hermano al bosque, también con un trozo del delicioso pastel. El segundo hermano también se encontró con el mismo anciano pero, al igual que su hermano mayor, se negó a compartir su comida con él. Al querer cortar el árbol, el hacha se le atascó en el árbol y él también regresó a su casa sin leña.

Finalmente, Dummling pidió ir al bosque. Sus hermanos se rieron de él, pero su padre, desesperado por conseguir leña, le permitió ir. Su madre, en lugar de darle un rico trozo de pastel como a los otros hijos, le dio un trozo de pan duro y un poco de agua. A Dummling eso no le importó, emprendió la marcha y se adentró en el bosque y, al poco tiempo, encontró al anciano.

A diferencia de sus hermanos, Dummling compartió su humilde comida con el anciano, quien, agradecido por su generosidad, le dijo:

-Por tu bondad, te diré un secreto. En ese árbol encontrarás algo especial.


Dummling cortó el árbol indicado y descubrió un hermoso ganso de oro escondido en su tronco. Lleno de alegría, Dummling decidió llevar el ganso a casa. En el camino, se detuvo en una posada para descansar. El posadero tenía tres hijas que al ver al ganso de oro, quedaron maravilladas y quisieron arrancarle una pluma dorada. La mayor de las hijas se acercó al ganso y, al tocarlo, quedó pegada a él. La segunda hija, al intentar ayudarla, también quedó pegada, y lo mismo le ocurrió a la tercera.


A la mañana siguiente, Dummling continuó su viaje con el ganso de oro y las tres hijas del posadero pegadas al ganso. En su camino al pueblo, la curiosa procesión atrajo la atención de muchos, y cada persona que intentaba ayudar a las hijas del posadero también quedaba pegada al ganso.



En su caminar, llegaron a un reino, donde vivía un rey con una hija que nunca sonreía. Al ver la cómica procesión de personas pegadas al ganso de oro, la princesa no pudo contener la risa. El rey, feliz de ver a su hija reír, le prometió a Dummling la mano de la princesa, y con el tiempo ambos se casaron en una gran ceremonia. Entonces, el muchacho, que siempre había sido menospreciado por su familia, demostró que su bondad y generosidad eran sus mayores tesoros. Y así él y la princesa vivieron felices y prósperos y Dummling nunca dejó de compartir su buena fortuna con los demás.

Y COLORÍN COLORADO
este cuento ha terminado

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