Había una vez, en el norte de América, en una tribu vivía una mujer llamada Pocahontas. Era una chica hermosa, de espíritu libre y tenía mucho respeto por los animales y la naturaleza.
Pocahontas era la hija del cacique de la tribu, Powhatan, y por eso tenía ciertas responsabilidades con su gente. Una de esas responsabilidades era casarse con Kocoum, que era el guerrero más fuerte de la tribu, y tal matrimonio les garantizaría un futuro próspero. No obstante, Pocahontas no quería casarse con Kocoum, ya que consideraba que era demasiado serio y aburrido para ella. Desconsolada, recurrió a la Madre Sauce a pedirle consejo. Se trataba de un antiguo árbol de sabiduría ancestral que había guiado a la tribu desde que el cielo era cielo y la luna era luna.
Madre Sauce no pudo decirle a Pocahontas si su destino era casarse o no con Kocoum, pero sí le dijo que su vida estaba a punto de cambiar, y que siempre debía escuchar a su corazón. Mientras esto sucedía, una embarcación inglesa llegaba a las costas de las tierras de la tribu de Pocahontas. Aquella embarcación tenía como objetivo buscar oro, y uno de los colonos más notorios de aquel viaje era John Smith, que más de una vez había prestado servicios a la corona.
Ya en tierra, John Smith se alejó de sus compañeros para buscar posibles lugares en los que encontrar el oro, y fue entonces cuando se cruzó con Pocahontas, enamorándose de ella inmediatamente. Quiso hablar con la joven enseguida, pero ella huyó asustada ante aquel extranjero, tan distinto a todo lo que ella conocía. Y mientras escapaba, Pocahontas recordó que Madre Sauce le había dicho que debía escuchar a su corazón.
Así, poco a poco fueron acercándose, aprendiendo la lengua del otro y volviéndose amigos, o quizá algo más. Al mismo tiempo, los indios de la tribu y los tripulantes del barco, con el gobernador Ratcliffe a la cabeza, se enemistaban cada vez más, volviéndose la situación tan tensa que, tanto Pocahontas como John Smith, tomaron una decisión sobre su porvenir.
Y fue así como se confesaron sus mutuos sentimientos, sellándolos con un beso de amor verdadero. Sin embargo, y justo mientras este momento mágico sucedía, Kocoum apareció en escena y, creyendo que Pocahontas se encontraba en peligro, se abalanzó sobre John Smith que sólo atinó a pedir ayuda. Tras esto, un compañero suyo, que de casualidad pasaba por allí, acudió al grito de ayuda y un disparo terminó con la vida de Kocoum.
Era la gota que derramaba el vaso, por lo que los colonos y los indios empezaron a prepararse para lo que parecía ser una batalla inminente, y frente a frente se encontraban cuando Pocahontas intervino para poder calmar los ánimos de su padre y que de esta manera no hubiese heridos. Powhatan, con el corazón conmovido, accedió entonces a las súplicas de su hija. Pero cuando ya habían depuesto las armas, el gobernador Ratcliffe disparó a traición a Powhatan, pero el cacique fue salvado por el valiente John Smith, que por ponerse en medio para protegerle recibió también un disparo.
Considerando aquello como una gran traición, los hombres del gobernador lo apresaron y le llevaron detenido hasta Inglaterra, dando así por terminada su excursión en busca de oro en aquellas tierras, oro que nunca lograron encontrar. Pero antes de irse, John Smith, que milagrosamente había salvado su vida, quiso que Pocahontas le acompañara para poder vivir felices aquel amor repentino y fuerte que les unía.
Sin embargo, ella entendió que, por mucho que sintiera el corazón lleno de amor, sus deberes para con su gente y su tierra eran más importantes.
-Si me recuerdas, siempre estaré en tu corazón!!! le dijo John Smith antes de irse.
Pocahontas miró el barco partir rumbo a un lugar lejano y desconocido para ella, pero no lloró, porque sabía que, si siempre llevaba a su amado en el corazón, él siempre estaría con ella.
Y COLORÍN COLORADO
este cuento ha terminado